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Foto del escritorAdriana Escobar

¿Cómo fue atender mi primer paciente?

Actualizado: 7 oct

De las experiencias más bonitas y a la vez más aterradoras cuando estás recién egresado.




¿Quién olvida su primer paciente? Yo creo que nadie. Corría el año 2018 más o menos en Octubre (lo sé por la fecha de mi contrato) y con el "cartón" recién sacado del horno me disponía a dar lo mejor de mi, con mil dudas y cero certezas de qué y cómo hacer para empezar. 


La historia clínica: un sistema de mil ventanas por llenar con un temporizador marcando, tic-tac, segundo a segundo de atención y para colmo cuando está por terminarse el tiempo los números se ponen naranjas y luego rojos. 


-A ver Adriana, ¿Qué fue lo qué aprendimos?, no puede ser que una profesional que fue estudiante destacada no sepa por dónde empezar. 


La paciente, una señora de aproximadamente unos 60 años, lágrimas en los ojos, hablaba de nada más y nada menos que un duelo. Había perdido a la madre hace poco. Todos los psicólogos saben que los duelos tienen su especial complicación, pero en su momento yo no lo sabía. Todo era difícil. Mirar a la paciente, escribir en el formulario, que me alcanzara el tiempo, que la pudiera contener porque obviamente estaba en llanto. 


La angustia te hace dudar de tus capacidades, la duda alimenta la ansiedad, y la ansiedad bloquea. Mi única respuesta para ese momento tenía que ser dejar de pensar de mi y enfocarme en ella. 


-Deja de pensar en el sistema, dejar de mirar el temporizador, deja de hacer preguntas inútiles. A esta señora no le sirve que me ponga a llenar los datos, que si motivo de consulta, que si capacidad funcional y cognitiva, que los cinco ejes del DSM. ¡A la mierda todo! 


Después de convencerme que sería mejor para ella mirarla a los ojos y escucharla hasta mi disposición corporal cambió, dejé de lado el computador, la historia clínica y el temporizador. Lo único que podía hacer por ella era estar ahí para ella, realmente conectada y eso implica lenguaje corporal y control de mis propios pensamientos. Control. 


Un paciente en duelo no necesita teoría, necesita conexión emocional de corazón a corazón. 


La miré a los ojos y le confesé que era la primera vez que atendía un caso así. Tuve que desnudar mi alma para acercarme suavemente. Sí, me sentía empelota porque el ego es el mejor traje a parte de la bata blanca ¿no se supone que eres tú el que sabe?. La tomé de las manos y le aseguré que aunque no hubiera nada que pudiera aliviar su dolor hablar de ello sería beneficioso, le prometí que no iba a estar sola, le aclaré cuáles son las emociones que se experimentan y le generé confianza para saber que no se estaba volviendo loca, lo que sería era normal. 


Cuando pude contenerla recuerdo ver alivio en su mirada triste. Ahí está la magia y nadie te puede decir como se siente si no lo experimentas tú mismo. 


Terminé explicándole cómo continuaba el proceso, le generé su cita de control y le envié tareas para hacer en casa. Lógicamente sucedió lo que nos ocurre todo el tiempo a los que trabajamos con temporizador: me atrasé, lo que no es bueno para mi, pero dadas las circunstancias puedo decir que valió la pena. Con el tiempo te vuelves ágil para llenar el formulario y puedes hacer intervenciones más profundas, que es lo que realmente importa. 


Ese primer día, con ese primer caso me confronté y desde entonces no he dejado de aprender. 

Adriana Escobar.

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